Miré a mi alrededor, buscando una cara familiar. No había nadie, ni siquiera mi amiga Alice, a la cual ansiaba encontrar, o mi primo y mejor amigo Fred. Sentí cómo mi padre me apretaba el hombro, como para decir que todo iba a ir bien.
-Seguro que los ves enseguida -me prometió.
Yo asentí vagamente. Mis hermanos, Albus, de diez años, y Lily, de cinco, me miraban con aprensión, como si entendiesen lo que me estaba pasando. Pero, ¿cómo lo iban a saber, si ellos no eran el primer hijo del famoso Harry Potter, el que derrotó a Lord Voldemort, el que porta el nombre de su padre y su padrino? Ese era yo, James Sirius Potter, y no otro. Siempre intentaba estar a la altura de mi padre, pero en seguida pensaba que aquello sería imposible. ¿Quién sería capaz de derrotar a una fuerza tan poderosa como Lord Voldemort? Yo, desde luego, no. Era un flacucho muchacho de once años, con pelo negro revuelto y ojos verdes. Eso sí, era divertido y alegre, aunque no pensaba que fuera a llegar ni la mitad de lejos que mi padre en el mundo de la magia.
-¡James! -exclamó una voz a mis espaldas.
Me giré para encontrar a una chica que avanzaba hacia mí con una gran sonrisa en la cara. Tenía el pelo negro como yo, solamente que lo llevaba hasta los hombros y recogido en dos coletas. Sus ojos, de un azul intenso, me miraban con alegría, y yo respondí con la misma alegría:
-¡Alice!
Alice Longbottom siempre había sido mi mejor amiga, junto con mi primo Fred. Era una chica alegre y tremendamente inteligente, positiva y amigable. Cuando llegó hasta mí, me abrazó fuertemente y comentó:
-¡Tengo un montón de ganas de que salgamos hacia Hogwarts!
-Espero que Fred esté aquí para contarlo -reí yo mientras Alice se separaba de mí.
-Hola, Neville -saludó papá al padre de Alice, Neville Longbottom. Mi madre hizo lo mismo con su madre, Hannah, mientras que mis hermanos empezaban a hablar con Frank y Sam, los hermanos pequeños de Alice, el primero de la edad de Albus y el segundo, de la de Lily.
Estuvimos un rato hablando sobre el viaje, el colegio y en qué casa creíamos que íbamos a estar, hasta que sentí cómo alguien me daba un fuerte palmetazo en la espalda.
-¡Primito! -exclamó Fred, revolviéndome el pelo.
-Hola, Fred -dije sin necesidad de girarme. Sólo mi primo favorito me llamaba así, ya que le encantaba fastidiar diciendo que era un mes mayor que yo. Pero, un par de segundos más tarde, me giré y choqué esos cinco con mi primo de pelos pelirrojos y ojos azules.
-¿Qué pasa, Freddy? -inquirió Alice con una risita.
Mi primo siempre había sido alegre y jovial, un bromista nato. No me extraña, teniendo el padre que tiene, el dueño de Artilugios Weasley. Vi cómo llegaba con su hermana mayor, Roxanne, de cuarto curso, seguidos por mis tíos George y Angelina. Cuando los tres estuvimos juntos, empezamos a charlar con mucha expectación, hasta que llegaron mis otros tres primos que iban a Hogwarts: Fleur, que empezaba quinto, Dominique, que iba a segundo, y el pequeño Louis, de nueve años. Los tres eran, a decir verdad, completamente distintos. Fleur era la típica chica cursi de quince años, que siempre hablaba de chicos y complementos. Dominique, por otra parte, no quería saber nada de las aficiones de su hermana. Le gustaba andar con chicos, eso sí, pero para hacer gamberradas y hablar de Quidditch. El pequeño Louis era extremadamente listo y aventurero, le encantaba hurgar en la tierra para encontrar reliquias antiguas y le fascinaba la historia, ya fuera muggle o mágica.
-¡Pasajeros subiendo al Expreso Hogwarts, por favor comiencen su embarque! -exclamó un hombre mayor.
Yo miré a mi padre con nerviosismo. Mis amigos y primos ya se despedían de sus padres y demás, algunos con menos o más excitación que otros. Cuando vi que Alice y Fred me apremiaban desde la puerta del tren, hice acopio de todo mi valor y abracé a mi padre con toda mi fuerza. Harry Potter se dejó abrazar, y me devolvió el abrazo instantes más tarde.
-Buen viaje, hijo -susurró justo antes de soltarme.
Asentí levemente, y fui a abrazar a mi madre, que tenía lágrimas en los ojos.
-Mi hijo mayor ya se va a Hogwarts... -murmuró con tristeza. Pese a sus lágrimas, parecía sonriente-. Estoy convencida de que lo harás genial, James.
Volví a asentir, pero esta vez con los ojos acuosos. Después abracé a mis dos hermanos de una sola vez, sintiendo cómo Albus me miraba tristemente y Lily lloraba escandalosamente.
-Te echaré de menos, hermano -dijo Albus, metiendo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros.
-¡No te vayas! -gritó Lily, agarrándose a mi camiseta-. ¡Te queremos un montón, James!
Cogí en brazos a mi hermana pequeña, y le dije:
-Estaré de vuelta en seguida, ya verás. Pórtate bien y no hagas de las tuyas, pequeñaja -le di un beso en la mejilla y la dejé en los brazos de mi padre, que me sonrió, asintiendo. Sabía que estaba orgulloso de mi actitud.
Tras echar una última mirada a mi familia, subí al tren, dando mi primer paso hacia un lugar completamente conocido, junto con mis dos mejores amigos.
Simplemente sublime.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la forma en la que has descrito el momento clave de la marcha a Hogwarts. Ya estoy deseando ver que ocurrirá ^^