A los pocos minutos, llegó a nuestro encuentro un profesor de ojos morados (increíble pero cierto. De veras que eran morados) y pelos oscuros. Aparentaba unos cuarenta años, tenía la cara marcada con una cicatriz que descendía desde el lateral izquierdo de su frente hasta la barbilla. Daba un aspecto amenazador, pero luego esbozó una amable sonrisa.
-Muchachos, soy el profesor Camiberry -explicó-. Enseño Transformaciones ahora que la directora McGonagall se dedica a la dirección de la escuela. También soy jefe de estudios de la escuela, por lo cual tengo el honor de dirigir a los nuevos alumnos a la Ceremonia de Selección. En ésta, seréis repartidos entre las cuatro casas: Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw, y Slytherin. Estas casas serán vuestra familia en Hogwarts. Las acciones serán recompensadas o castigadas con puntos a vuestra casa. El Sombrero os repartirá en vuestras casas. Ahora, por favor, seguidme.
Seguimos al profesor Camiberry por el pasillo entre las mesas del Gran Comedor. Estaba todo repleto de alumnos, y pude distinguir a algunos conocidos: Lorcan y Lysander Scamander en la mesa de Ravenclaw, con mi prima Dominique, de segundo año, a mis primas Roxanne y Fleur con Teddy, en la mesa de Gryffindor...sin embargo, mi atención se dirigió a un harapiento y desgastado sombrero que reposaba sobre un taburete de madera, dispuesto a posarse en nuestras cabezas.
Cuando llegamos a los primeros escalones, Camiberry subió las escaleras hasta la mesa de los profesores, donde cogió un rollo de pergamino y empezó a leer los nombres en voz alta:
-¡Ammail, Sherwin!
Un chico de tez morena, pelo negro y algo bajito fue a sentarse en el taburete. El sombrero, tras unos dudosos instantes, vociferó:
-¡GRYFFINDOR!
La mesa explotó en gritos y aplausos mientras el muchacho se sentaba en la mesa. Tras él, pasaron algunos alumnos, entre ellos Katniss Baker, que fue otra Gryffindor. Llevaban ya cinco Ravenclaw, dos Slytherin, cuatro Gryffindor y cuatro Hufflepuffs cuando llamaron un nombre familiar:
-¡Longbottom, Alice!
Mi amiga me miró de reojo, y yo asentí vagamente, indicándole que fuese adelante. La chica, indecisa, se sentó en el taburete, permitiendo que Camiberry soltase el sombrero en sus cabellos negros. A los pocos segundos, el sombrero vociferó:
-¡GRYFFINDOR!
Alice, más contenta que nunca, se levantó de un salto y corrió a sentarse con los demás Gryffindors, no sin antes hacernos una señal de afirmación a Fred y a mí.
-¡Potter, James!
Pude oír como, de repente, se hacía un silencio en la sala. Sentí cientos de ojos posándose en mi pelo negro alborotado y cómo gemían de expectación los alumnos mientras el sombrero caía sobre mi cabeza.
-Hmm, a ver... -susurró el sombrero en mi cabeza-. Valiente, muy valiente, a la par que bondadoso...a lo mejor Hufflepuff te podría...
-No, Hufflepuff no -murmuré.
-¡Así que Hufflepuff no! -exclamó el sombrero. Me daba la impresión de que toda la sala podía oírlo, pero en realidad sabía que solo hablaba en mi cabeza-. Entonces no tengo nada más que decir...¡GRYFFINDOR!
La ovación de la mesa roja fue mayor que a cualquier otro alumno de primero. Todos se levantaron, chillando y aplaudiendo, mientras me daban palmaditas en la espalda y veía que las otras tres casas se quedaban con un palmo de narices. Ya éramos seis Gryffindors en primero, por lo que me senté con todos ellos. Miré a mi primo, que esperaba con impaciencia a que llegase su turno. Yo no tenía ninguna duda: iba a sentarse con nosotros, pero aún así entendía que pudiese estar nervioso. Vi cómo los demás alumnos pasaban. A nuestro lado se sentaron otros dos Gryffindors, y, cuando tan sólo quedaban Fred y dos chicas, el profesor Camiberry lo llamó.
-¡Weasley, Fred!
Mi primo corrió sin dudarlo hacia el taburete y dio un salto encima, como si ya no le importase en qué casa estuviera y sólo quisiese que la impaciencia acabase. A los pocos instantes, nada más rozar sus cabellos pelirrojos, el sombrero gritó:
-¡GRYFFINDOR!
Mi primo, como alguien a quien han liberado de una gran carga, corrió a sentarse a mi lado, recibiendo palmaditas afectuosas de todos nuestros compañeros de casa.
***
Los diez alumnos de primero estábamos sentados en la sala común. Estábamos todos en pijama, pero ninguno podía dormir, así que nos habíamos congregado todos para hablar un rato.
-Yo soy de padre hindú, pero mi madre es inglesa -explicó Sherwin-. Soy mitad y mitad, porque mi padre es mago.
A Peter Finnigan ya lo conocía, porque su padre trabajaba con el mío. Lo que yo no sabía era que su madre fuese muggle.
-Yo soy de familia mágica -explicó un chico llamado Carter Sealon-. Pero creo que hay algún squib por mi familia. En cualquier caso, soy la primera generación de Gryffindor. Todos mis antepasados han estado en Ravenclaw, y yo he roto la norma.
-Yo soy mestiza -dijo Katniss Baker-. Mi madre es bruja, pero mi padre no. Y es que no veáis que susto se llevó cuando se enteró.
-¡Lo mismo digo! -convino Alethia Blue-. A mi padre por poco no le da un patatús cuando mi madre se apareció en el bufete de abogados donde trabaja.
-¿Un qué? -inquirí yo, sin entender la expresión de Alethia.
-Es donde trabajan los abogados -dijo la chica, de pelos castaños-. Los abogados son gente que ayudan a las personas cuando se les acusa de algo.
-¡Ah! Ya lo entiendo -dije yo, asintiendo.
-Yo soy nacida muggle -explicó Zoe Wallace-. No hay ni un solo mago en mi familia, y voy yo y aquí aparezco. Mis padres están muy orgullosos, pero no tenían ni idea de qué hacer. Y yo, la verdad, no tengo ni idea de cómo se hace magia. Yo solo sabía hacer los trucos de cartas que me enseñaban mis amigos en el colegio.
-Yo soy de familia mágica -aclaró Molly Zane-, porque mis abuelos y toda mi familia materna son magos, pero mi madre es una squib, y mi padre es muggle.
Cuando hubimos hablado un rato, todos nos sentimos exhaustos, por lo que decidimos irnos a dormir. El día siguiente iba a ser muy largo.
¡¡Genial!!
ResponderEliminar¡Muy divertido!
Espero con ansias lo proximo